jueves, 15 de julio de 2010

Reuniones publicitarias

Cuando aquella mañana al llegar al trabajo me llamó por línea interna mi director general y me dijo que me tocaba ir a una reunión de esas de persuadir a un potencial cliente para que te compren una campaña publicitaria, ya le advertí que iba vestido con una camiseta del Liverpool del año 99. A lo que voy es que fue decisión de él que finalmente yo, estuviese presente en la presentación de un concepto creativo y diversas piezas que se ajustaban a una serie de acciones tácticas que pretendían vender un negocio de estos de nuevo cuño a través del comercio electrónico. Por eso creo que no tengo culpa ninguna de que, al final de toda la representación y cuando andábamos apretando manos y dando gracias, nuestro posible comprador (que, dicho sea de paso, era ciudadano británico) señalara el escudo liverpudlian de mi pecho y haciendo un gesto despectivo me indicara que así, íbamos mal.

Al día siguiente del incidente, traté de explicarle toda esta secuencia de hechos a mi presidente. En una improvisada conversación de pasillo, le expliqué lo sucedido y le hice ver que, pese a mi no aceptación de responsabilidades, entendía perfectamente que mi inadecuado vestuario podía haber puesto en peligro el buen trabajo del resto de mis compañeros. Supongo que no me tomó en serio. Primero porque no le confiere a este tipo de detalles futbolísticos la trascendencia que se merecen (o al menos la que yo pienso que se merecen). Y segundo porque cuando le conté toda la película, yo seguía ataviado con una equipación de juego del equipo. En esta ocasión, la visitante del 97 (la de la foto que ilustra el texto). Total que vuelvo a lo del primer párrafo, que si al final el flujo de caja de mi empresa es peor de lo esperado, a mí que no me miren.

No hay comentarios:

Publicar un comentario